Ayer, hablamos de la importancia de aumentar la confianza en nosotros mismos. De cambiar los pensamientos negativos acerca de nosotros, por pensamientos positivos. Mejorar nuestro autoconcepto, para así creer en nosotros, creer que podemos cambiar, abrir la caja de “cosas que no me atrevo a hacer” y por fin, hacer lo que realmente nos gusta.
Hoy, me gustaría hablaros de la importancia que tiene aumentar la autoconfianza de los demás.
¿Cómo?
Dejando de decir frases negativas, con respecto a lo que nos rodea o a los demás ¡Fácil! ¿No? Pues parece que ¡No!
Si nosotros tenemos esos condicionamientos es, porque alguien, va por la vida recitando, cerca nuestro, ese tipo de frases negativas. Resulta, que si nosotros observamos lo que decimos a los demás o al aire, durante todo un día, descubriremos, que más de una frase de estas, se nos escapa.
A este tipo de frases, también se les llama “caricias negativas” y son frases que normalmente decimos sin darnos cuenta, que parecen inofensivas y que generan, un condicionamiento negativo, que se queda grabado en el que las escucha contínuamente. Son del tipo por ejemplo:
- ¡Mira que te lo he dicho veces! ¡Es que no escuchas!
- ¡Con esa actitud no conseguirás nada!
- ¡Es que siempre estás igual!
- ¡No hagas eso! No hagas esto otro…
- ¡Es que no miras por dónde vas!
- ¡Te lo dije! Pero nunca haces caso.
- ¡Qué horror! ¡Qué mal está todo!
- Etc.
El otro día, leía en un libro, que explica el doctor Lair Ribeiro, que científicos estadounidenses, en un estudio realizado con niños, para saber qué oían exactamente al cabo de un día, descubrieron que un niño, desde que nace hasta los ocho años de edad, oye la palabra “No” un promedio de 35 veces al día. Como para luego atreverse a hacer algo, a arriesgarse, a probar… ¡Increible!
Aquí, también hay buena noticia… ¡También se pueden cambiar!
Si si, podemos cambiar estas “caricias negativas”, que vamos repartiendo por el mundo por otras llamadas “caricias positivas”.
Se trata de decir lo que pensamos pero de forma positiva, resaltando lo bueno de las situaciones y de los hechos. Si tenemos que decir algo a alguien, que nos ha parecido mal, se lo podemos decir pero sin reproche y sin culpa, de una forma asertiva y animando a mejorar. Por ejemplo: es a lo que me refería el otro día, la próxima vez seguro que lo haces mejor.
Se trata, de resaltar las cualidades buenas de los demás. Se trata de dejar de criticar, se trata de apoyar y de aportar algo bueno a los que nos rodean y nos escuchan.
Si todos cambiamos nuestra forma de expresarnos, crearemos entornos de vida saludables. Todos, nos merecemos escuchar frases como «tú puedes hacer todo lo que te propongas», «tú puedes realizar tus sueños» o «qué día tan bonito hace, ¡disfrútalo!».
Todo el mundo, sean niños, jóvenes, adultos o ancianos, tienen derecho a poder desarrollar la suficiente autoconfianza para pensar y creer que es posible, que se puede conseguir, que los sueños se pueden realizar y que todos, absolútamente todos, podemos sacar el arte que llevamos dentro y por fín… ¡¡Brillar!!
Entonces… ¿Cambiamos nuestra forma de hablar? Yo sí. ¿Y tú? ¿A qué esperas?
LA VIDA ES HOY.
By Marta Pintado