LAS 3 VARIABLES PARA EL ÉXITO
Continuando con la idea de lo importante que es equilibrio en nuestra vida, y más en concreto en nuestra vida profesional, hoy comienzo con unas preguntas ¿Qué es lo que diferencia a una persona u otra para alcanzar el éxito profesional? ¿Por qué hay «buenos» y «malos» trabajadores? ¿Por qué unos triunfan y otros no?
Entendiendo el éxito, como la consecución de un resultado óptimo o feliz de una actuación (def. RAE). Pueden ser muchas las variables que influyen en la consecución del éxito. En mi opinión, hay 3 variables clave, que una persona debe tener por encima de unos mínimos y en equilibrio: Habilidades, Actitud y Esfuerzo.
Las 3 variables clave
- Habilidad, como la capacidad para realizar o ejecutar una acción. Sin duda, las habilidades, es la variable principal o fundamental que hay que tener. Y digo habilidades en plural, porque una acción requiere de varias habilidades. ¿Es necesario tener todas? Sí, es importante tener todas o la mayoría, sobre todo las que son imprescindibles para realizar esa acción y dependiendo de cada acción serán unas u otras. Sin la habilidad no se puede realizar la acción.
- Actitud, como la predisposición o comportamiento que emplea una persona para realizar una acción. Es fundamental tener una buena predisposición a la hora de realizar cualquier tarea. Incluso si tenemos una gran actitud, bastante por encima del mínimo que requiere la acción, podemos compensar la carencia de alguna de las habilidades necesarias. Y al contrario, aunque tengamos todas las habilidades necesarias, si no tenemos una buena predisposición, no lograremos un buen resultado.
- Esfuerzo, entendido como el empeño o la cantidad de trabajo que una persona realiza para conseguir realizar una acción. Esta variable irá en función de las otras dos, de manera que, si tengo todas las habilidades y una buena actitud, necesitaré menos esfuerzo para realizar la tarea. Y a la inversa, si tengo pocas habilidades, necesitaré un mayor esfuerzo para realizar la acción.
El equilibrio que se dé entre las tres variables, va a definir la consecución del éxito.
¿Cómo se logra el equilibrio?
Siempre que las tres variables se sitúen por encima del mínimo exigido para realizar la acción, se pueden compensar entre ellas para lograr el equilibrio. Como hemos dicho antes, si tengo todas las habilidades necesarias para desarrollar la acción, necesitaré menos esfuerzo. Si tengo pocas habilidades, necesitaré mayor cantidad de esfuerzo y una gran actitud para ejecutar la misma acción. Lo que es evidente es, que el que tiene todas las habilidades, una buena actitud y se esfuerza, puede realizar una acción óptimamente y alcanzar ese resultado feliz o “éxito”. De ahí la importancia de conocer nuestras habilidades y nuestra pasión, a la hora de decidir a qué profesión voy a dedicarme.
¿Qué pasa si alguna de las variables está por debajo de los mínimos?
Si alguna de las tres variables está por debajo de esos mínimos, está casi garantizado que no se alcanzará el éxito. Y ya no sólo el éxito, más bien es que no se llegará a realizar la acción, sobre todo, si lo que está por debajo de los mínimos es la habilidad. ¿Por qué? Porque sin las habilidades por mucho esfuerzo que se ponga y mucha actitud que se tenga, no será suficiente, sin la habilidad no hay acción. Y si no hay actitud, ni esfuerzo, por mucha habilidad que se tenga, tampoco se llegará a ejecutar la acción.
Y aquí es donde tiene un papel fundamental la gestión de personas y talento, dentro de una empresa. Seleccionar al candidato que realmente se ajuste a un puesto de trabajo, no es fácil. A una persona se le contrata por lo que parece, no por lo que realmente es, porque eso, se demuestra trabajando una vez contratado. Y a veces ocurre que lo que parecía ser no es. Para eso están los periodos de prueba, pero muchas veces, por no echar para atrás o esperar a una posible adaptación, la persona se encuentra trabajando en un lugar que no le corresponde en habilidades o el puesto de trabajo queda ocupado por personas que no tienen realmente la capacidad para desarrollarlo.
Continuar ocupando ese puesto de trabajo no tiene ningún sentido ni para la persona que le ocupa (salvo el económico), ni para empresa, ni para el resto de sus compañeros. La persona en el fondo será infeliz en su trabajo, a la empresa no le será útil y para sus compañeros será una carga, porque lo que esta persona no consiga hacer lo tendrán que hacer entre el resto de compañeros. Recolocar a esta persona en el lugar que realmente le corresponde por sus habilidades, sin duda alguna, es la mejor solución en estos casos. Y esta es una gran labor que deberían realizar en bastantes empresas, la gestión del talento, reorganizar y recolocar a las personas según sus habilidades, actitud y su esfuerzo.
HABILIDADES + ACTITUD + ESFUERZO = ÉXITO
¿Y tú? ¿Has descubierto ya cuál es tu Arte? ¿A qué esperas?
Recuerda… LA VIDA ES HOY
By Marta Pintado